Flujo vaginal normal: signo de salud en mujeres y niñas
Durante años, a muchas mujeres se les ha enseñado que el flujo vaginal es sucio, que hay que eliminarlo, que no debería existir. Pero eso es falso. El flujo es una señal de que la vagina está viva, activa y sana.
Esta confusión no aparece sola: tiene raíces culturales, publicitarias y médicas. Cuando el cuerpo femenino se muestra como algo que hay que “corregir” o “ocultar”, muchas terminan sintiendo rechazo o asco ante su propio flujo. Incluso, en consulta, hay quienes piden ver su vagina “limpia”, sin secreción, como si el fluido fuera algo que no debería estar ahí.
¿Qué es el flujo vaginal normal?
El flujo vaginal es una mezcla de líquidos y células que se produce de forma natural en la vagina.
Sirve para mantener su equilibrio, lubricación y protección frente a infecciones.
Está compuesto por:
- Células descamadas del epitelio vaginal.
- Microbiota (principalmente Lactobacillus).
- Agua, moco y proteínas.
Su aspecto cambia con el ciclo menstrual, la edad, el nivel hormonal y el estado general de salud.
Flujo vaginal y flujo cervical no son lo mismo. Aunque ambos se mezclan y salen por la vagina, provienen de lugares distintos
Flujo vaginal:
- Se genera en las paredes vaginales.
- Es constante durante la edad reproductiva.
- Su función principal es mantener el pH ácido y prevenir infecciones.
- Suele ser blanquecino o transparente, sin olor desagradable.
Flujo cervical (moco cervical)
- Lo produce el cuello del útero.
- Cambia con el ciclo menstrual:
- Más espeso y opaco en la fase lútea.
- Más claro y elástico (como clara de huevo) en la ovulación.
- Regula el paso de los espermatozoides y protege el interior del útero de bacterias.
Durante el ciclo menstrual, lo que observas como “flujo” en la ropa interior suele ser una combinación de ambos.
El flujo en niñas y adolescentes ¿cómo es?
En niñas antes de la pubertad, la vagina produce muy poca secreción. El flujo prepuberal es escaso, claro y sin olor. Sirve para mantener la mucosa húmeda y protegida. Cuando aparece flujo abundante, maloliente o amarillento en niñas, sí requiere valoración médica, porque puede indicar irritación, presencia de un cuerpo extraño o infección.
En cambio, durante la adolescencia temprana, el aumento del flujo es una de las primeras señales de maduración hormonal. Indica que los ovarios están empezando a funcionar. No es enfermedad ni falta de higiene.
¿Por qué muchas mujeres sienten rechazo a su flujo?
El asco o la incomodidad no nacen del cuerpo, sino de la cultura:
- La publicidad de “higiene íntima” ha patologizado los olores y secreciones normales.
- Algunos discursos médicos todavía asocian el flujo con “suciedad” o “falta de aseo”.
- En muchas familias no se habla de vulvas ni de fluidos sin vergüenza.
El resultado es que muchas mujeres intentan eliminar el flujo con duchas vaginales o jabones perfumados, lo que altera su microbiota y puede causar infecciones.
Cómo reconocer un flujo anormal
El flujo normal no duele, no irrita y no huele mal.
Consulta si notas:
- Cambio brusco en color (verde, gris, amarillo intenso).
- Olor fétido o metálico.
- Picazón, ardor o enrojecimiento.
- Dolor al orinar o durante las relaciones sexuales.
Estos cambios pueden indicar una infección vaginal o una alteración del microbioma que requiere tratamiento médico.
¡Tu flujo es parte de tu salud!
Una vagina sana no es seca ni silenciosa. El flujo es un lenguaje del cuerpo: muestra cómo responden tus hormonas, tu microbiota y tu entorno. En niñas, indica protección y maduración; en mujeres en edad fértil, equilibrio y fertilidad.
Reconciliarte con tu flujo es una forma de alfabetización corporal: conocer tus secreciones es conocer tu salud.









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