La batalla contra el tiempo: autocuidado en un mundo exigente

Es importante reflexionar por qué somos las mujeres el grupo con más ansiedad. Las expectativas sociales, la carga de las responsabilidades familiares, y la presión de equilibrar trabajo y vida personal, todo ello se suma a un cóctel de estrés que se manifiesta en nuestra salud.

Le animamos a compartir este contenido para seguir promoviendo una perspectiva feminista en la salud.

Cuando acompaño a personas en el proceso de generar hábitos de autocuidado, me encuentro constantemente con una gran limitante: los tiempos. Este aspecto, que debería ser un aliado en nuestro camino hacia el bienestar, se convierte en una barrera que parece privilegio de unas pocas.

El tiempo es un recurso invaluable, y se necesita para todo: preparar alimentos, realizar actividades recreativas, mover el cuerpo y, por supuesto, descansar. Sin embargo, la realidad de muchas es que la jornada laboral y las responsabilidades diarias se convierten en un verdadero desafío. ¿En qué momento podemos encontrar ese tiempo tan necesario cuando pasamos de 2 a 3 horas viajando de casa al trabajo? ¿A qué hora se puede implementar una rutina de ejercicio si llegas a casa a las 9 de la noche, te enfrentas a las tareas del hogar y sales nuevamente a las 4:30 de la mañana?

México es un claro reflejo de esta problemática, ya que tiene una de las jornadas laborales más largas del mundo, con un promedio de 52 horas semanales, retribuidas con algunos de los salarios más bajos. Esta combinación crea un caldo de cultivo para la exigencia constante de productividad, generando rutinas insostenibles que el cuerpo interpreta como una necesidad de sobrevivir. En este estado, se activan rutas metabólicas que, si no se desactivan, pueden conducir a la enfermedad.

La biología responde a estas presiones de manera intensa. En un modo de supervivencia, la bioquímica cerebral se ajusta, desencadenando un estado de alerta continuo. Aquí es donde empieza a hacerse evidente el impacto en nuestra salud mental. ¿Se entiende de dónde proviene el diagnóstico de ansiedad y depresión que tan a menudo escuchamos hoy en día? Este fenómeno no es simplemente una coincidencia; es una respuesta directa a las condiciones de vida que enfrentamos.

Es importante reflexionar por qué somos las mujeres el grupo con más ansiedad. Las expectativas sociales, la carga de las responsabilidades familiares, y la presión de equilibrar trabajo y vida personal, todo ello se suma a un cóctel de estrés que se manifiesta en nuestra salud.

No se trata de que nuestros cuerpos estén fallando; más bien, están respondiendo a las exigencias del entorno sin encontrar el espacio necesario para el descanso y la recuperación.

Médica que ofrece una atención con perspectiva feminista, compasiva, no centrada en peso.

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